sábado, 17 de febrero de 2024

MITOMANÍAS SOCIALES II

 

IMPUDICIA PUBLICITARIA


 

Hartos de la T.V. de aire que nos mortificaba con publicidades reiterativas y cansinas, nos abonamos al cable. Craso error. Resulta que el cable, por el que pagamos una suma excesiva, se ha convertido en el refugio de la publicidad que antes orneaba por la televisión abierta. La propaganda de “fulana pagó 20 dólares y su amiga pagó 16” de los hoteles y “queridos 20 te voy a contar un poco sobre los 30” ya me han convencido de jamás usar esa plataforma hotelera ni la marca de automotores del león de Francia.

Si tienen tan poca imaginación para ofrecerme el producto, éste no ha de ser muy bueno. Pero lo más irritante es la insistencia machacona con la que una y mil veces interrumpen el documental para volver a repetir esas estupideces publicitarias. Y después, la gente de cable se pregunta, alarmada, ¿por qué baja sin parar el prendido de la señal?

Pues, señores, ¡porque son más aburridos que leer la Tabla de Logaritmos!

Aunque debemos reconocer que el tono general de la publicidad se ha vuelto más desfachatado. Ya hay gente (y hasta dos mellizos) comentando que les arde el ano, otro se queja del dolor anal que no le deja pedalear su bicicleta, una tercera que le da vergüenza el prurito por tener que rascarse en cualquier sitio frente a sus amistades; y todo para recomendar una crema hemorroidal que, según el anuncio, es la panacea anal.

En otra, una ronda de señoritas confiesa —como hablando entre amigas, pero frente a cámaras— que tiene ardor y escozor en la vagina. Todas parecen coincidir en que las trichomonas atacaron en forma de pandemia todos los genitales femeninos a tiro y, menos mal, una de ellas, más experta, extrae un óvulo o un spray que combate eficazmente las causas de flujo, fermentos, picazones y demás molestias pelvianas. Ni hablar de la comercialización de toallas íntimas —con o sin orejas protectoras— tampones, desodorantes con perfume a gardenias... la lista es virtualmente tan larga como las góndolas de las modernas farmacias-supermercados dedicadas al rubro. Tampoco olvidemos las hierbas para dormir, los compuestos para la dificultad miccional masculina, las cremas de todo tipo para rejuvenecer, quitar manchas, quitar verrugas, arrugas y sumar brillo. Las píldoras digestivas, colagogas, antiácidas.

Toda esta farmacopea clandestina evita lo más importante: consultar con un médico sobre los problemas. El síntoma, la molestia, muchas veces es la primera y única señal de alarma para advertir enfermedades —como el cáncer— potencialmente letales. Con estas recomendaciones publicitarias solamente conseguiremos adormecer el síntoma o la molestia sin curar la verdadera causa, y de este modo, tal vez, por qué no, quién sabe, perderemos la única oportunidad de reconocer el verdadero mal para atacarlo a tiempo.

 

ALEJANDRO BOVINO MACIEL

BUENOS AIRES, ENERO 2024

www.alejandrobovinomaciel.webador.es

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