INIQUIDAD
Iniquidad = injusticia o gran maldad en el modo de obrar (RAE)
Nacido en la Baviera prusiana un 27 de mayo de 1923, Henry Kissinger murió el 29 de noviembre último, completando 100 años de vida signada por las intrigas, dobleces, hipocresía diplomática y cicaterías que tuvieron su máxima expresión en las décadas de los ’70 y ’80 del siglo pasado cuando ejerció como Secretario de Estado durante los gobiernos de Richard Nixon y Gerald Ford, lo que supone todo el manejo de las relaciones exteriores de los omniscientes EEUU, en una función que combina las cancillerías de otros países con las funciones de defensa exterior.
Visto desde el sur del Río Bravo (frontera de los EEUU con México) el centenario funcionario puede ser juzgado como un perfecto canalla de la política internacional. Cómodamente podría usurpar un capítulo de la Historia Universal de la Infamia de nuestro J.L. Borges. El poeta Alberto Boco lo define como “uno de los personajes más siniestros de la segunda mitad del siglo XX”. Kissinger perteneció a esa clase de gente para quien la palabra “escrúpulos” es un chiste; operan sin conciencia moral y excesiva indulgencia hacia sus trampas. De consejero de Seguridad Nacional del gobierno de Nixon pasó a desempeñar, en 1969, la emblemática Secretaría de Estado de EEUU autopercibido como “Comisario del Planeta” entre los países del Primer Mundo. Intentó mediar en la Guerra de Vietnam consiguiendo un breve alto al fuego, lo que le valió el Premio Nobel de la Paz en 1973, tan devaluado cuando galardonan a funcionarios que, tras conocerse los desempeños de Kissinger revisando su prontuario años después, hizo que el Comité Nobel exigiera la devolución del Premio. Pero el vulpino señor Kissinger se negó: ni la medalla ni las coronas suecas volvieron a Estocolmo. La cicatería pudo más y este incidente pasó a la historia como una muestra más de la mezquindad y soberbia del Secretario de Estado. En funciones fue el artífice de la siniestra Operación Cóndor que sostuvo las dictaduras militares de Stroessner y promovió el golpe de Estado militar de Pinochet en Chile, en 1973 y el de la Junta Militar en Argentina de 1976. Al declinar los ’80 Mr Kissinger se alejó de la función pública para fundar la empresa Kissinger & McLarty Associates que, por supuesto, no es ninguna sociedad de beneficencia sino usina de “consultorías” para asesorar a empresas multinacionales en sus aventuras extranjeras fuera de los EEUU. Con todos los datos recogidos por ambos (McLarty fue “Enviado para las Américas” del gobierno de Bill Clinton) “consultores empresariales” se dedicaron desde el ámbito privado a ofrecer “asesorías estratégicas” a las multinacionales, lo que en otros términos llamamos “lobby” tal como especifica el diario La Nación del 8 de octubre de 1999 para las multinacionales que operan en América Latina. Consultada la firma Kissinger & McLarty por La Nación acerca de cuáles son las empresas que “asesoran”, respondieron que esos datos se mantienen “en estricta reserva”, como en todo negocio sucio: esa es la libertad del neoliberalismo.
En septiembre de 2001 el inefable George Bush (h) incluyó a Kissinger como cabeza del Comité de Crisis tras el ataque a las Torres Gemelas. Un periodista británico (Christopher Hitchens) publicó el libro “Juicio a Kissinger” donde detalla un sinfín de maniobras, acuerdos, pactos ocultos, engaños y estafas internacionales que el venerable señor Kissinger acumuló pacientemente a los largo y ancho de su vida pública. El escritor norteamericano Gore Vidal declaró que Kissinger era el “mayor criminal de guerra que anda suelto por el mundo”.
Si uno se ubica (como tanto cipayaje en Argentina que se autopercibe yankee aspiracional) mirando hacia el norte del Río Bravo, probablemente rinda homenaje al finado Kissinger como un perfecto aval a la política exterior de su patria. Pero visto desde el Río Bravo para el sur el señor Kissinger es la figura más repudiable que se pudiera recordar en el siglo XX en el ámbito de la política internacional.
Y nosotros vivimos al sur. Conviene no equivocarse de mapa y de historia. Los errores de espacio y de tiempo distorsiona toda la percepción de la realidad, como ya nos avisara el finado Kant.
ALEJANDRO BOVINO MACIEL
BUENOS AIRES, DICIEMBRE 2023.
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