sábado, 17 de febrero de 2024

ALBERTO BOCO Y LA OTRA VERSIÓN DEL RIACHUELO

       ACERCA DE “RIACHUELO” POEMARIO DE ALBERTO BOCO. 

      EDICIONES DE LA QUINTANA, BUENOS AIRES.

ISBN 978-987-05-5046-4

Riachuelo en la Vuelta de Rocha
 

Antes de condenarlos por falsarios e impíos, Platón —en el Ión— le hace decir a Sócrates que la poesía nace de la posesión de la inspiración divina, regalo de los dioses cuando dispensan a un ser humano, el poeta, al que insuflan y que se diviniza en el trance para poder expresar su belleza en el texto. Para Platón, entonces, ese arrebato místico era condición para la poesía. Más tarde los expulsará de su República ideal.

Alberto Boco quiere revertir estos chismes. Ha escrito un extenso solo poema que conforma un libro: Riachuelo. Boco no esperó el advenimiento de dicho soplo sagrado. Boco recorrió las orillas de La Boca y Barracas donde el Riachuelo agoniza antes de morir en el estuario del Río de la Plata, el río que es mar, el mar que es río.

Para quienes están ajenos a la geografía argentina se aclara que el Riachuelo es el último tramo del río Matanza-Riachuelo de 64 kilómetros de largo que nace en la provincia de Buenos Aires. Antes de arribar el Río de la Plata donde desembocan las aguas, la cuenca recorre los partidos de Cañuelas, Las Heras, Marcos Paz, Ezeiza, Merlo, La Matanza, Esteban Echeverría, Lomas de Zamora, Lanús y Avellaneda para terminar formando el límite sur de la ciudad de Buenos Aires. Esto significa que el curso hídrico recoge toda la sentina y residuos industriales de factorías, curtiembres, procesadoras, fábricas e industrias que conforman aproximadamente el 30 % del PBI de Argentina. Ya se puede imaginar quien lee esto lo que significa el desastre que espera a esas aguas de residuos sin tratamiento alguno flotando en el tramo final que rodea los barrios de Barracas y La Boca de la Capital de Argentina.

Lejos de cualquier inspiración divina, este basural flotante, ayuno de modo alguno de posesión sagrada lleva al poeta Alberto Boco a escribir para hurgar la belleza aún donde está exenta por naturaleza. Insiste el poeta. No lo amedrentan las apariencias porque sabe, con Parménides de Elea, que la ilusión cubre este mundo que deviene continuamente en costras, podredumbre y cieno. No se atiene únicamente a la verdad invisible detrás de los fenómenos: “vimos las botellas de plástico y los bidones apoyados en la capa de aceite”, comienza para diluir toda idea romántica que envuelve al lector desde las primeras impresiones de poetas anteriores como Enrique Cadícamo en “Nieblas del Riachuelo” cuando aún no se presentía la catástrofe; Boco ya es testigo del tiempo. Ya es testigo de la devastación, pero un testigo tan lúcido que ni siquiera descuida la forma que, en materia de poesía, es el fondo del asunto. Reflexiona y antes de escribir para describir anota: “Se ha dicho que ubérrima es una cagada como adjetivo”. No le falta razón. Es una palabra tan horrible que parece del mismo plástico podrido que pulula en el Riachuelo: “Las burbujas atraviesan el caldo de metal y barro / dejan soldaduras o agujeritos en la brea de la impaciencia”. Ya en obras, es necesario aclarar que, según la célebre epístola XIII del Dante a su hospitalario amigo Cangrande della Scala de Verona, la interpretación poética admite el uso de cuatro sentidos de lectura: 1) Literal: que es exactamente lo que está escrito, letra a letra. 2) Alegórico. 3) Moral. 4) Anagógico. Para la lectura de este Riachuelo optaré por los tres últimos sentidos simbólicos, dejando de lado la creencia puntual en la letra muerta. La poesía, creo, es la intención de resucitar las palabras muertas del cementerio del diccionario y esto me veda la lectura lineal o literal según el Dante en la “Carta” a Cangrande. Aquel 2) Alegórica es la interpretación que, por medio de figuras retóricas, remite la lectura a las imágenes y metáforas que utiliza el autor. ¿Qué nos quiere significar el poeta Boco describiendo el Riachuelo convertido en una ciénaga emponzoñada? La 3) Moral alude a la “enseñanza” que podría imprimir a nuestras conductas futuras la reflexión del presente poético. Y por último, el 4) Anagógico es el recurso que invita a superar la interpretación llana del texto para devolver el sentido trascendente para el que fue escrito en clave poética y no como un informe pericial del medioambiente.

Por entre la podredumbre, dice Boco, “pasa un sueño del progreso industrial” y en este basural pluvial a cielo abierto es donde la imagen más cruda de los tiempos modernos estampa el retrato más infeliz: el que lleva al sufrimiento por contaminación del sistema en el que vivimos. Este es, quizás, el sentido moral de tanto desperdicio mal mezclado, transitante por las aguas turbias “Bèla Bártok en discurso de fondo a cierto ecologismo” escribe Boco, tal vez recordando que el músico y compositor húngaro es autor de El curso del Danubio, el río plácido que divide Europa y sigue un curso antes azul, ahora turbio al pasar por sus 2888 kilómetros tras haber atravesado diez países que otorgan la carga diaria de 4 millones de toneladas de residuos plásticos y sintéticos que arroja al Mar Negro. Todo recuerda a todo porque el universo, para la poesía, está tanto en la Vuelta de Rocha como en Baden-Württemberg de la Selva Negra alemana.

No conviene perder el rumbo y añorar los reclamos de protocolos de protección ambiental que los gobiernos firman para olvidar en cada cena de cada cumbre. Boco no escribió “Riachuelo” para asociarnos a Greempeace. Atravesemos esta lectura moral para adentrarnos en la anagógica, hija de la alegórica. Sigo escrupulosamente las indicaciones de Dante en quien tengo más fe que en varias biblias y coranes. Alude Boco a las contingencias hidrográficas: inundaciones repentinas que arrasan bañados y pueblos. “Por qué pediríamos justicia en el azar o consideración a la naturaleza, / clemencias de segundero para las cosas del hombre”. El poeta rehúsa las acusaciones intempestivas, renuncia a la causalidad de la culpa y el perdón. Insinúa que la naturaleza carece de teleología metafísica y, en consecuencia, ética. La naturaleza ignora qué es el bien y el mal en el decálogo posmoderno. La naturaleza opera fuera de nuestras expectativas homocéntricas. La mirada de Boco es como un faro de luz implacable: “un mirador óptico del tipo / Eche veinte centavos en la ranura. / Nunca faltan adoradores de la distancia. / Ponemos la moneda y los ojos y por un momento movemos los / tubos / cremos. / El miedo es el disfraz y la estrategia se renueva los préstamos del olvido. / Decían que saber qué es no saber...

La forma que imprime Boco es posmoderna, el recurso es barroco. Este juego de miradas y ser mirado, de inventar distancias que solo existen en la pared del fresco del Barroco, como esos asientos de sibilas y profetas que parecen salir del techo de la Sixtina, por obra de la perspectiva exasperante de Miguel Ángel. O el cruce de miradas y visiones de Las Meninas de Velázquez. También aquí, esta observación y espejo que utiliza Boco a orillas del Riachuelo, remonta a la ilusión permanente como discurso. Todas las entelequias metafísicas del ser y el no ser se hacen añicos ante la desolación de estas aguas profanadas por la decadencia económica. El poeta, como el Dante, describe el desfile de este infierno industrial recorriendo las riberas del Riachuelo: “Hay un hangar en la otra orilla / vacías lanzaderas tejen todavía y dejan un viento duro / que preserva y corroe las cosas arrinconadas” o también “hay vías de trocha inaudita cubiertas de musgo azulino” “el verde de un bronce tenaz / bulones, tuercas barras / Los vidrios eran turbios por el naranja de los óxidos / para un color de atardecer ajeno a los propósitos”.

La enunciación de esta lista de objetos muertos compensa el inventario de los males para trasladar el malestar en cualquier lector/a atento a lo que el ser humano es y lo que el ser humano hace. “Y estamos frente a nuestros ojos / obligados a mirar ya sin la ortopedia juguetona”, escribe Boco. Consigna. Labra un acta para que la desidia nos sea cruel. Porque los transeúntes que el poeta observa caminando en la misma orilla del Riachuelo parecen ciegos: “Una mujer de pelo renegrido y piel casi translúcida. / Otra mujer y un hombre. No es posible saber lo que ven” y en ese tránsito Boco escoge un símbolo: una hormiga que camina entre los pies que nadie detecta sino el poeta que ha concentrado su interés en este mínimo animal. Imagina otras hormigas en muros, en oquedades de la decadencia de trazas y edificios en la “barraca naval” mientras otros viandantes recorren la ribera, indiferentes a la suerte de aguas y hormigas.

“Queda el sol de la tarde filtrado por las hojas / la tristeza no / lo triste de nosotros queda / mientras el agua va pasa fluye desafía nuestra cabeza”. En la mente el río de Heráklito mantiene el curso eterno de “las aguas estigias” del Riachuelo. Imágenes fugaces de un cigarrillo de marihuana que jóvenes indiferentes se pasan de mano en mano dibujando un Cezanne o un Quintela Martín de desarmadero. La Estigia no recuerda. Es el olvidadero mitológico donde la muerte aguarda para liberarnos de todo pasado así como el poeta, viajando en un bus de la línea 152 va dejando atrás a pesar de la visión de Clitemnestra antes del crimen de Agamemnón. “En los barcos quedan imantados los tiempos del viaje” porque este puerto clausurado del Riachuelo solamente conserva cadáveres navales. Barcos viejos asidos a las bitas por los siglos de los siglos. Quietos como aquellas naves griegas que los vientos rehusaban empujar hasta tanto se sacrificara a la niña Ifigenia. “Las veleras naves no se moverán a menos que la niña muera”, dice Boco. Caronte trafica viajeros con sus monedas funerarias, La vertiginosa descripción que sobreviene tras el abandono devuelve a la memoria todo cuando escamoteó la Estigia: las grúas, el Ford que recibe la carga de piedras, el basural y Yuyo verde, la fotografía en la carpeta del forense después del asesinato, el tordillo de crines caídas, las formas caprichosas en las que reconstruye la memoria hecha de retazos de realidad: “Palabras en la oscuridad que vienen de la superficie” dirá Boco. Y todo es “un efecto del día dentro del día” que la imaginación ha construido con el frágil material de las palabras.

El alegato final nos advierte que este paseo inocente puede llegar a ser el descenso —katábasis— a lo profundo de las destrucciones, al Hades material que los humanos supimos edificar sacrificando todo en nombre del progreso indefinido y el estado de bienestar; o puede ser un ascenso, un alpinismo de llanura en busca de la salvación a pesar de saber de antemano que el cielo está vacío. Que los dioses que fabricamos, huyeron de la destrucción. La poesía de Boco clausura algunas esperanzas y abre otras para este atribulado siglo XXI donde nada es lo que parece.

ALEJANDRO BOVINO MACIEL

DICIEMBRE 2023

 

ALBERTO BOCO
 

 

BIOGRAFIAS

 

Alberto Boco nació en la Ciudad de Buenos Aires, República Argentina, en 1949, donde actualmente reside. Ha publicado 8 libros de poemas: “Arcas o pequeñas señales” – Buenos Aires – 1986 – Libros de Tierra Firme. “Galería de ecos” – Buenos Aires – 1989 – Ediciones Ultimo Reino. “Ausentes con aviso” – Buenos Aires – 1997 – Libros de Tierra Firme. “Cartas para Beb” – Buenos Aires – 2007 – Edición del Autor. “Riachuelo” – Buenos Aires – 2008 – Ediciones de la Quintana. “Malena” – Buenos Aires – 2012 – Edición del Autor. “Estación de nosotros” – Buenos Aires- 2014 – Buenos Aires Poetry. “Visitas inoportunas” – Buenos Aires – 2014 – Editorial El jardín de las delicias. “Para un programa de disolución y otros textos” – Buenos Aires – 2016 – Ediciones En Danza. Mantiene inéditos más de 10 volúmenes de poesía. Poemas suyos fueron publicados en revistas literarias de Argentina y el exterior, entre ellas Río Grande Review de la Universidad de Texas at El Paso, EE.UU.; Revista Nagari, Miami, EE.UU., y Littoral Magazine, Reino Unido. Poemas suyos han sido también publicados en revistas literarias en Colombia, Brasil y Rumania. Ha recibido diversas distinciones, entre ellas el Primer Premio en el Primer Concurso Nacional de Poesía “César Domingo Sioli". de Argentina. Escribió varios artículos y reseñas en revistas literarias impresas y virtuales, de Argentina y del exterior.

 

Alejandro Bovino Maciel es autor argentino y médico psiquiatra nacido en Corrientes en el siglo pasado. Escribe teatro, ensayo y narrativa. Vive actualmente en la ciudad de Buenos Aires. 

(Va foto de Alberto Boco en adjunto)

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Alejandro Bovino

NAVIDAD 2023 : POLÍTICA CRIOLLA SIN VILLANCICOS (NADA PARA FESTEJAR)

                                  POLÍTICA CRIOLLA SIN DIN DIN DONG




 

Nuestra querida República puede considerarse secuestrada por una camarilla política que ganó legalmente las últimas elecciones, pero está lejos de legitimar su poder, que es la capacidad de gobernar contando con el amplio consenso de los ciudadanos. La sociedad está técnicamente dividida entre dos grandes bandos: uno que exige reformas a cualquier precio en el sistema político, social y económico y otro bando que considera que la reforma de una sociedad compleja no se hace por medio de decretos si seguimos dentro de un sistema democrático. La política es el instrumento que la ciudadanía tiene para allanar sus diferencias, pero toda política exige capacidad de negociación.

¿Qué es, básicamente, negociar?

Tratar de hallar una vía intermedia usando el diálogo, tanto ciudadano, a través de los medios de comunicación —como este canal que estoy utilizando—como institucional —para eso existen las cámaras legislativas— y de ese modo escuchar atentamente la expresión de la sociedad para tomar decisiones que ni perjudiquen del todo a un bando ni beneficien del todo al mismo bando. El problema que tenemos ahora los argentinos reside justamente en la discapacidad del Presidente para encarar cualquier forma de negociación. Ya en campaña se mostraba colérico ante cualquier forma de cuestionamiento a sus ideas. Entraba en “trance” y se ponía a gritar, insultar, descalificar e inventar dicterios contra su interlocutor. Ha llegado a tratar de bobos y mogólicos en pleno debate frente a las cámaras. ¿Cómo se podría dialogar con alguien que al primer “pero” que usted oponga, lo trata de mogólico?

Esa discapacidad para todo modo de diálogo ha derrapado en esa catarata de medidas del último decreto de necesidad (DNU) y urgencia anunciado. Dicho DNU es, en su conjunto, sin base jurídica ni constitucional que lo sustente, un desatino provocado por el modo autoritario y casi procaz con el que pretende manejar su investidura. En campaña amenazó cerrar el Congreso en caso de ser rechazadas sus medidas. Y es que será el caso. En una república existen tres poderes independientes. El Presidente está frente a dos poderes que tienen el deber de observarlo: los ámbitos judiciales y legislativos. De hecho, el DNU debe pasar por una comisión bicameral para tener vigencia legal plena. Hay juristas que sostienen que el mismo instrumento está viciado de origen: un DNU supone una necesidad y urgencia en la medida extraordinaria que se pretende imponer, que, además, debe ser una. Ya se instalaron denuncias de inconstitucionalidad, tanto del DNU “in toto” como de medidas específicas que afectarán a tal o cual sector. Pero en el que emitiera el Presidente existen de todo tipo y color, algunas francamente sin urgencia alguna, como aquella que pretende regular el funcionamiento de los clubes de fútbol. Es la Biblia y el calefón, emitidas sin anestesia con la amenaza (ese fue el tono que usó) “de que vendrán muchas más”.

El estilo del Presidente es el de un autócrata o quizás un emperador —se ha llegado a comparar él mismo con Napoleón— pero la Argentina no es un imperio ni una satrapía. Es una República por definición constitucional.

La respuesta espontánea de la gente fue un estruendoso cacerolazo la misma noche en la que anunció las medidas. La gente —estuve frente al Congreso— se mostraba atónita, indignada, enojada, remisa a esta forma súbita de colonización, diría Habermas, del Estado en la vida social.

Las cartas están echadas. Una vez más es responsabilidad de la ciudadanía en su conjunto estar alertas y atentos a cuanto sucede porque las medidas afectarán cada aspecto de la vida económica del futuro. La derecha siempre, históricamente, nos pide que “hagamos un sacrificio que el próximo año estaremos mejor” ¿Cuántas veces escuchó esas promesas estimado lector, lúcida lectora? Yo la escuché ya una veintena de veces. Y ese año de riqueza y esplendor nunca llegó. La sociedad debe estar alerta porque sabemos que cualquier calamidad que arrojen sobre Argentina podrá salir nuevamente a flote mediante el trabajo, la inteligencia y el sentido de comunidad y solidaridad que existe entre nosotros. Somos un país bipolar. Atravesamos estas tormentas políticas muchas veces: ya sabemos que no vivimos en Suiza. Estuve un solo día en Suiza y, francamente, para vivir como máquinas, me quedo con Argentina. Mil veces.

 

ALEJANDRO BOVINO MACIEL

BUENOS AIRES, DICIEMBRE 2023

 www.alejandrobovinomaciel.webador.es/



MITOMANÍAS SOCIALES II

 

IMPUDICIA PUBLICITARIA


 

Hartos de la T.V. de aire que nos mortificaba con publicidades reiterativas y cansinas, nos abonamos al cable. Craso error. Resulta que el cable, por el que pagamos una suma excesiva, se ha convertido en el refugio de la publicidad que antes orneaba por la televisión abierta. La propaganda de “fulana pagó 20 dólares y su amiga pagó 16” de los hoteles y “queridos 20 te voy a contar un poco sobre los 30” ya me han convencido de jamás usar esa plataforma hotelera ni la marca de automotores del león de Francia.

Si tienen tan poca imaginación para ofrecerme el producto, éste no ha de ser muy bueno. Pero lo más irritante es la insistencia machacona con la que una y mil veces interrumpen el documental para volver a repetir esas estupideces publicitarias. Y después, la gente de cable se pregunta, alarmada, ¿por qué baja sin parar el prendido de la señal?

Pues, señores, ¡porque son más aburridos que leer la Tabla de Logaritmos!

Aunque debemos reconocer que el tono general de la publicidad se ha vuelto más desfachatado. Ya hay gente (y hasta dos mellizos) comentando que les arde el ano, otro se queja del dolor anal que no le deja pedalear su bicicleta, una tercera que le da vergüenza el prurito por tener que rascarse en cualquier sitio frente a sus amistades; y todo para recomendar una crema hemorroidal que, según el anuncio, es la panacea anal.

En otra, una ronda de señoritas confiesa —como hablando entre amigas, pero frente a cámaras— que tiene ardor y escozor en la vagina. Todas parecen coincidir en que las trichomonas atacaron en forma de pandemia todos los genitales femeninos a tiro y, menos mal, una de ellas, más experta, extrae un óvulo o un spray que combate eficazmente las causas de flujo, fermentos, picazones y demás molestias pelvianas. Ni hablar de la comercialización de toallas íntimas —con o sin orejas protectoras— tampones, desodorantes con perfume a gardenias... la lista es virtualmente tan larga como las góndolas de las modernas farmacias-supermercados dedicadas al rubro. Tampoco olvidemos las hierbas para dormir, los compuestos para la dificultad miccional masculina, las cremas de todo tipo para rejuvenecer, quitar manchas, quitar verrugas, arrugas y sumar brillo. Las píldoras digestivas, colagogas, antiácidas.

Toda esta farmacopea clandestina evita lo más importante: consultar con un médico sobre los problemas. El síntoma, la molestia, muchas veces es la primera y única señal de alarma para advertir enfermedades —como el cáncer— potencialmente letales. Con estas recomendaciones publicitarias solamente conseguiremos adormecer el síntoma o la molestia sin curar la verdadera causa, y de este modo, tal vez, por qué no, quién sabe, perderemos la única oportunidad de reconocer el verdadero mal para atacarlo a tiempo.

 

ALEJANDRO BOVINO MACIEL

BUENOS AIRES, ENERO 2024

www.alejandrobovinomaciel.webador.es

¿QUÉ MAL HICIMOS LOS ARGENTINOS?

                                                      


Como una maldición bíblica empezaron a llover calamidades de todo orden sobre la sociedad: licuación del salario que se derrite literalmente en las manos después de la brutal devaluación del gobierno libertario, suba del precio del transporte (que es vital para mantener la dinámica laboral) a niveles nunca vistos, suba sin freno de prepagas, combustibles, carne, arroz, pan, lácteos, yerba, aceite. 

Con la vigencia del DNU masivo, ya nada parece tener control en la Argentina, desaparecieron las regulaciones y vemos en crudo la terrible voracidad del mercado elevado a semidiós por las corporaciones y grupos económicos que se apresuraron a rodear al Gobierno que llegó casi huérfano al poder. 

La presencia de Federico Sturzenegger en el gabinete y acompañando los “paquetes” impositivos, fiscales y económicos dejan claro testimonio de esta mano negra detrás del poder. 

¿Quién votó a Sturzenegger? 

Nadie. 

Ni siquiera figuró en los padrones de candidatos en las elecciones. Pero como el Ministro de economía sólo entiende de finanzas y bonos, gente allegada presionó para que las grandes corporaciones tengan presencia activa en las decisiones y allá fue el cadete Sturzenegger a cumplir su misión.

¿Cuál es la misión de economía? 

Cuando el timón de la economía lo maneja la derecha el resultado siempre es el mismo: transferencia de recursos de la gente a las grandes fortunas que se amparan en el capital. La excusa es que “gastábamos mucho en ayuda social y eso trajo déficit fiscal y hay que ajustar, es decir, detener los gastos sociales y beneficios en la distribución de la renta fiscal” 

¿Qué es lo que se detiene? 

Lo que el Estado recauda a través de impuestos, que son sumas enormes, piense nada más que cada vez que usted hace una compra, desde un kilo de cebollas a un automóvil 0 km, el 21 % de lo que paga va al Estado como IVA. No le cuento todos los demás impuestos a la renta, a las ganancias, a las propiedades, a las exportaciones, a las importaciones, a la circulación de bienes y servicios, etc. etc... 

Esos enormes recursos que recauda el Estado conforman una inmensa masa de dinero y activos que administra el Estado, especialmente el poder ejecutivo a través de los ministerios.

Ese dinero en ronda es el que se disputan quienes acceden al poder. La ayuda social es un gasto. Si la eliminamos, el dinero queda disponible para otro destino. Al Gobierno actual no parece importarle las consecuencias de cortar abruptamente los recursos a comedores infantiles, escuelas (donde muchos niños/as almuerzan a veces como única comida del día para zonas muy pobres), transporte para ir y venir al trabajo o la escuela, hospitales, universidades, colegios. 

La política liberal del “sálvese quien pueda mientras yo viva bien” necesita de adherentes que se han desprendido de su contexto social y viven en un ensueño egoísta. El mismo Presidente parece estar viviendo un video-game en el que no importa si el barco en el que navegamos los casi 50 millones de argentinos tiene destino a flota a la deriva. Por ahora él solamente percibe enemigos y su mayor preocupación parece estar en derribar oponentes por twitter, viajar por sinagogas y catedrales y ocultar la papada al sacarse una foto. 

Todo es maquillaje, mientras en el país el descontento ya está a la vista y se ve mucho más fácilmente que una papada.

 

Alejandro Bovino Maciel

Buenos Aires, febrero 2024

 

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Alejandro Bovino

 EL RECUERDO DE UN GRAN ARTISTA 

DEL CARNAVAL DE CORRIENTES *

 

Ramón Alcides Chávez, que firmaba sus trabajos como Alcides Galo fue un amigo querido desde mi adolescencia, militando ambos en la Acción Católica —cuyo origen fascistoide ignoraba por entonces— y que después se abrió paso en el mundo del diseño y la confección de trajes de Carnaval y teatro. Alcides fue uno de esos artistas que en provincias tenemos arrumbados, como si olvidar fuese un ejercicio meritorio. Olvidar es un lujo para nuestros pagos correntinos en los que el talento no sobra.

Alcides Galo nos ayudó en todas las puestas teatrales que hiciéramos allá por los ’80 con el Ateneo Cultural. Actuó, además, en varias de las obras y hasta en la película para TV que hiciéramos. Alcides Galo se encargaba con solvencia de todo: desde la puesta escenográfica, el vestuario, maquillaje, peinados, detalles ya que las obras eran todas de época. Asesoraba a los actores, distendía el ambiente siempre tenso de las puestas con un humor infatigable que daba siempre en el blanco de la ironía, que manejaba con soberbia inteligencia.

Pero como dije, su venero estaba en el diseño y confección de los trajes de carnaval. Era de esos artistas que privilegiaba la imaginación por sobre la mera copia. Con tres elementos, como dicen que hizo Zeus, era capaz de armar complejas filigranas recamadas en piedras de cristal y voladas con plumas de aves que era lo que se usaba por entonces en los lujosos trajes de carnaval. El plástico vendría después. Alcides tenía intuición y buen gusto. Sabía combinar perfectamente cada elemento en el espacio para crear belleza con sentido, nunca belleza ornamental, no. Decía —y lo recuerdo— que todo lo hermoso debe hablarnos de algo además de tocar el corazón. En el diseño, por ejemplo, un espaldar contenía elementos vivos del tema que le proponían. Allá una constelación de strass, detrás un celeste de amazonas para representar un cielo de verano. En eso consistía su sensibilidad: nada quedaba suelto o sujeto al azar. Si uno sabía buscar, como en la obra de todo verdadero artista, ahí estaban los significados que siguen hablándole a nuestra mente después que la obra de arte ha desaparecido. Esas huellas, ese camino hacia otro sentido es el que nos proponía Alcides Galo. Quizás nosotros, encerrados en este punto del mapa donde luchamos a diario para sobrevivir con míseros sueldos, no nos hayamos detenido lo suficiente para comprenderlo. Pero lejos de Corrientes, lejos de Argentina, en el Carnaval de Niza en dos días leyeron todo ese contenido que a mí me llevó años y lo premiaron con Mejor Diseño por el conjunto de trajes que, rememorando la Fiesta de San Baltazar, llevara al Carnaval del mundo en Niza en 1989.

Para evitar el olvido, que es la peor forma que tiene la muerte, algún palco o tribuna del Carnaval correntino debería llevar el nombre de Ramón Chávez.




 

Alejandro Bovino Maciel

Buenos Aires, febrero 2024

                                          LA POESÍA Y EL ENIGMA

 

L

 

(Consideraciones acerca del libro “Señales” de Nilda Sena)

 

Para Platón y los griegos la poesía era un modo particular de comunicación directa con los dioses. El poeta, así, era un profeta. O, para decirlo de otro modo, los profetas fueron todos poetas. Hay un misterio, un enigma sin solución detrás de esa conversión del lenguaje que nos sirve en cada acto cotidiano para vivir, hacer las compras, saludar a los vecinos; y ese mismo instrumento, dispuesto bajo otra forma, se convierte en poesía repentinamente ante nuestros ojos.

Nilda Sena, desde San Luis del Palmar, casi enajenada por la soledad de ese pueblo anclado en un pasado del que no renuncia, escribe poesía.

En “Señales” despliega un discurso no exento de los recursos retóricos y figurativos propios de la literatura. “Te canto / más allá del silencio / que guarece la soledad”, dice Nilda Sena. He conocido San Luis del Palmar como otros tantos pueblos del interior de la provincia de Corrientes. Recuerdo, por ejemplo, Saladas, Caá Catí, Bella Vista.

Sé que la soledad, aun estando en el ámbito familiar, acecha en el silencio de una tarde moribunda, o en siestas en los que el arenal de las calles parece un espejismo de sí mismo.

La soledad de Nilda no es simplemente el no estar acompañada: es el silencio ontológico, la orfandad en la que el ser se descubre intrínsecamente desnudo y carente. “Te canto / con el eco de mis lágrimas / que gotea hasta la eternidad”, dice Nilda Sena. La eternidad, aquí, puede estar puesta en lugar de: sitio sin tiempo / lugar donde nada deviene / espacio sin movimiento. Ese mismo vacío ontológico que se percibe en un pueblo al margen de las ciudades, amenazado por la arena que lo sitia, obcecado en su estar vuelto hacia sí mismo buscando continuamente nada. “En la perplejidad del día / se esconde la intemperie” confirma Nilda Sena.

“Monotonía de siesta morena, / de otoño amarillento, / de suspiro fugaz” dice Nilda Sena. Unir la monotonía con lo efímero parece un oxímoron ya que ambas ideas se contradicen. Si no fuera correntino el autor, recusaría la frase, pero este ser correntino me remite constantemente a la contrariedad como lógica social. Corrientes es toda una contradicción física y social donde hasta la monotonía podría ser fugaz. Conviven ambas condiciones sin repugnarse. Como muchas otras contradicciones que perviven saludables en los cuatro siglos y medio de la Provincia.

El discurso poético del libro parece estar dirigido a un sujeto de amor a quien la autora interpela continuamente: “El espacio vacío / habla de tu presencia, / y de tu ausencia / que ya no está”. O también: “Mientras todo pasa / como si nunca pasó / tu mirada se vuelve sombría” y las comparaciones sucesivas con el ocaso, el verdor, la naturaleza en fin hace que se confundan con cierta felicidad ambigua los mensajes: ¿A quién dirige la autora estas frases? ¿A un amor que está y no está encarnado? ¿A Dios, ya que en algún momento susurra que las oraciones ayudan? ¿A la pródiga naturaleza cuando invoca montes, laderas, arroyos, selvas, ocasos? “En la noche de verano / mientras el campo renace / agonizan mis deseos”, dice Nilda Sena.

Quizás ese panteísmo clandestino se exprese con toda su fuerza en el poema 15 cuando enumera los prodigios que acaecen cuando el agua se desvía. Hay que detenerse a pensar un momento. Por lo general, el verbo “desviar” tiene una carga ignominiosa, insinúa que algo ha salido de su sitio natural, que algo transgredió leyes eternas. Por eso esa frase que se va repitiendo “El agua que se desvía” carga cierta insolencia que termina siendo milagrosa: todo cuanto hace ese desvío es redimir a la naturaleza de sus carencias. Ya sospechamos desde Tales de Mileto y desde nuestra propia experiencia que agua y vida son sinónimos. Entonces, el agua que llega va sembrando prodigios en su camino.

Es por esta razón señalé al principio que toda poesía carga un enigma. Confronta a la razón con las paradojas: un vacío de eternidad, una monotonía fugitiva, un curso de agua que al desviarse produce milagros y muchos más que están susurrados por la voz poética y profética de la autora. Situarla simplemente en un pueblo de provincia, es una mezquindad. Acompañarla en la excavación de todos los significados que hurga con sabia unción, nos enriquece y nos enaltece como animales pensantes, que es como nos definió el finado Aristóteles, que de esto sabía, y mucho.

 

ALEJANDRO BOVINO MACIEL

BUENOS AIRES, FEBRERO 2024.

 

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Alejandro Bovino

martes, 30 de enero de 2024

EL ATROZ ENCANTO DE LA CLASE MEDIA ARGENTINA

 

LA CLASE MEDIA ARGENTINA

 

         El pensador Arturo Jauretche observó algo que se repetía en la política argentina: “La gente, cuando está bien vota mal, y cuando está mal vota bien”. El macrismo en cuatro años de decadencia, en los que nos endeudó por cien años con el préstamo del FMI, enseñó a la gente a votar. Las elecciones parecían encaminadas y el triunfo de Alberto Fernández así lo confirmó. Pero no bien el caso Vicentín le torció el brazo al gobierno en sus inicios, ya advertimos que habíamos metido la pata escogiendo a un Presidente mediocre, sin pasta de liderazgo y que en cada entrevista periodística daba clases de derecho como si estuviese en la universidad. El gobierno de Alberto Fernández fue un fiasco. El malestar fue creciendo gradualmente, la economía a los tumbos, la inflación terminó siendo arrolladora y con ese malestar apareció el mesianismo del actual Presidente que prometía combatir a la política profesional (la “casta”) y con arrogancia egocéntrica y megalomanía a cuestas se llevó puesta a la clase política.

El problema es que Milei entró en la Casa Rosada prácticamente solo. No tenía partido político, apenas pocos legisladores, muchos menos amigos ni conocidos de confianza en la administración. Eso es un mérito que decae en desgracia. Ningún ser humano puede gobernar la Argentina en soledad, y mucho menos cuando el equilibrio mental escasea. Allí acudieron los auxiliares de la “casta” a rodearlo y copar el gobierno, y con reflejos de puma, los grandes intereses concentrados les ofrecieron “asesoramientos” para alcanzar la “revolución” que prometió por medio de dos mamarrachos legales armados entre gallos y medianoche para “cambiar la matriz argentina desde sus bases”. Hacer otro país, como un barajar las cartas e iniciar un nuevo juego desde cero. El fundamentalismo mercadotécnico de Milei ya se conocía. Muchísima de la gente que apoyaba sus medidas pertenece a la clase media argentina, básicamente hipócrita. Aspiran a ser nuevos ricos, pero no tienen tierras. Adoran ser aristocráticos, pero carecen de mansiones y autos de alta gama. Se identifican con deportistas, artistas y empresarios del jet set pero no tienen ni talento físico ni capacidad ociosa para deslumbrar en imágenes.

¿Qué puede hacer esta clase media frustrada?

Si ama lo que no alcanza, se desquita odiando a lo que deja atrás: reniegan de la clase baja a quienes empiezan por detestar. Son todos negros, planeros, choripaneros, villeras, ordinarias, haraganes, vividoras, borrachines, drogadictos, etc. A quienes defienden los derechos de esa inmensa mayoría de la clase baja a la que las políticas y la desidia empujó a la miseria, los tratan de comunistas, peronistas, rosqueros, demagogos, gremialistas, sindicalistas. En especial se ensañan con el mundo gremial que es la defensa que la sociedad pone como barrera entre empleado y empleador para evitar los abusos por parte del más fuerte, cosa que es harto común en este sistema desalmado de negocios elevados a la categoría de religión en el siglo XXI.

Cuando alguien me viene con ese discurso de “todos los sindicatos son nidos de ladrones” yo les digo simplemente: cuando usted vaya y renuncie a las vacaciones pagas, el derecho a indemnización, el aguinaldo y las paritarias, entonces lo escucharé y seguiremos conversando.

Y no estoy diciendo que no haya mugre en el sindicalismo, y que necesita de una limpieza democrática, todo eso es real. Pero de allí a poner todo en la misma bolsa, no está bien.

Porque es muy fácil tirar piedras desde la comodidad de un sofá sin hacerse cargo del uso que está haciendo de esos derechos conseguidos tras arduas luchas, y es de un cinismo supremo recibir el beneficio y morder las manos del que lo otorgó. En esas actitudes mezquinas y miserables está retratada la clase media que es siempre quien decide en las elecciones. Recordemos que en televisión cuantas notas hacían a los transeúntes todos se quejaban de los planes sociales, de los subsidios, de mantener vagos. El Gobierno entonces puso en marcha un mecanismo de “sinceramiento” que consistía en ingresar en una página web y anular el subsidio del transporte público de pasajeros. De los 3 millones de personas que toman transporte en el AMBA se anotaron 322. Es decir, frente al micrófono somos todos solventes, pero en la soledad del bolsillo 2.999.700 siguió utilizando el descuento que aborrecía para los demás.

Esa es la clase media argentina: poco más que apariencia.

 

Alejandro Bovino Maciel

Buenos Aires, enero 2024

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