miércoles, 23 de marzo de 2011

MARTA QUILES EN EL RECUERDO


RECUERDOS 

DE MARTA QUILES, 

LA LECTURA

Conocí a Marta Quiles en un encuentro propiciado por la SADE que presidía otro gran amigo ya desaparecido: Florencio Godoy Cruz. También estaba Sarita Godoy de Gaúna, otra amiga que se dejó morir de tristeza tras la muerte de su esposo, del que eran inseparables compañeros de vida.

Marta confundía con algunas poses de femme fatal para ocultar la tremenda capacidad que desplegaba en su modo de compromiso social entendido como bandera de ideas, y no como proselitismo politiquero. Marta ha sido uno de los seres más generosos y desprendidos que la vida me deparó conocer. 

Había nacido y vivido en San Luis del Palmar, escribía poesía popular pero no por ello superficial, la de describir florcitas y arenales. La poesía de Marta calaba en subterráneo; quien no conozca la Corrientes postergada, la del bajo Pujol, la de los pueblos abandonados, jamás comprenderá una sola letra de lo que escribió Marta Quiles. Ella misma era su poesía, nunca percibí un gesto de malicia ni picardía miserable, tan abundante en el ghetto literario, en ninguna conducta de Marta Quiles. Llevaba la alegría puesta como una indumentaria, naturalmente, sin alardes.

La última vez que la vi vino a visitarme en mi casa de la calle Bartolomé Mitre, en Almagro. Juntos bosquejamos una obra de teatro sobre un prostíbulo de fronteras en la provincia de Corrientes, en el siglo XVI. La obra se llamaría “La casa de la rosa plateada” pero la distancia, la inexistencia de Internet en 1986 y la pereza del correo impidieron seguir con el plan. No obstante, yo había guardado aquellas hojas donde figuraba el proyecto y al enterarme de la muerte de Marta, repentina e injusta, me puse a escribir la obra que hoy está en el portal más importante de lengua española: El Cervantes Virtual, cualquiera puede leerla poniendo el nombre de la misma en el buscador de la página www.cervantesvirtual.com. 

Creo haber honrado su memoria, no obstante, siempre será poca devolución para esta mujer y escritora extraordinaria que nunca halló eco en los músicos del chamamé de Corrientes. Se lo perdió el chamamé, porque haber trabajado con Marta lo hubiese enriquecido noblemente.
Hoy, buscando material para redactar un informe sobre el incentivo de la lectura, me encontré con esta frase de Marta:
“Lucía de Palmar Grande/ arena que no se ve/ sendero que nadie pisa/ regresa, koembo güé”/ (del tema ‘Lucía de arena’, musicalizado por otro inmenso que se nos fue: Zitto Segovia).

Es un excelente comienzo para estimular la lectura creativa.

Alejandro Bovino Maciel

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