sábado, 27 de febrero de 2010

FRAGMENTO DEL CAP 5 DE LA NOVELA "EL REY PRÓFUGO"

Fragmento del capítulo 5 de la novela El rey prófugo, editada por Landmark de Sao Paulo, en 2005.
Ficción histórica sobre la travesía de la Corte portuguesa por el Océano Atlántico en enero de 1808, cuando las tropas napoleónicas al mando del general A. Junot invadieron Lisboa.
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¡Señor, majestad!, viene gritoneando el conde~camarero por el puente principal, interrumpiendo como es su costumbre una conversación como la gente.



¡El Almirante está perplejo!, anuncia con los ojos saltones.


¿Qué Almirante, de qué me habla?


Hay una isla en el camino, S.M. Una isla que no figura en la cartografía, y para colmo se apagaron todos los vientos, los braseros echan humo, viera los fogonazos en las calderas de la sala de máquinas, vuelan las chispas, los cilindros tiemblan como atacados por malaria y nuestra nave no avanza un palmo. Hay una calma contumaz que nos mantiene inmóviles. Y la isla allá a proa, dice aceleradamente señalando el estay como si detrás de aquella comba blanca estuviese la entrada del Hades.


No puede ser, digo~divago mientras el Secretario de Hacienda me observa en silencio. ¿Cómo que una isla desconocida interponiéndose entre mi barco y mi destino? ¡Busquen al maestre de cartografía y a los delineantes!


Un sínodo de ellos están revolviendo portulanos y proyecciones, cartas que se enmohecían en el Real Archivo de Sagres han sido cuadriculadas bajo lupa, revisaron cada milímetro de la mar océana, S.M. y se podría decir que esa isla nació hoy. Estamos a 28 grados, cerca de la línea cero que parte en dos la Tierra, majestad. Justo en el límite entre el Norte y el Sur.


Viene el Almirante, pálido en medio de la blancura de su uniforme. En silencio asiente, confirmando todo lo que el lenguaraz del conde~camarero dijo como en una exasperación.


No sabemos nada de ella, asegura quitándose el bicornio y abrazándolo contra el pecho como quien da un pésame. Se entristece por lo que no sabe. Si supiera todo el sufrimiento que me ocasiona lo que sé, estaría muy alegre de su docta ignorancia mi Almirante.






¡Hay que desembarcar de inmediato y tomar posesión de lo que sea, en nombre del Reino de Portugal~Brasil!, ordeno sin asomo de duda.


Espero su orden, S.M. para descender con una escolta de inspección, acata mi Real Almirante.


¡De ninguna manera!, me sorprendo diciendo, yo mismo desembarcaré a explorar esa isla misteriosa.


alejandro maciel, "El rey prófugo", cap. 5

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