domingo, 2 de marzo de 2008

La Comadreja, la Reina, Madame, Único Gato y el Antipapa



A ver si lo comprendemos. Hay una Reina perdida, hay una Madame muy burguesa, un gato que por carencia se hace llamar Único, un Antipapa, dos Baobabs,un Gallo de Houdan,una Comadreja Rosilla vetusta..mucha gente extraña hablando de política y metafísica como si fuese la charla en un bar.quédese, no se arrepentirá.


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.el reino del espíritu.....


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A medida que cruzaba la noche, la Luna se hacía más lechosa y pálida. Menos mal que los aromas nocturnos a hierbas salvajes iban endulzando la caminata. Nadie sentía cansancio. Todas las estrellas indicaban la lejanía pero ninguna servía para señalar la frontera de la inmensidad.

Unico Gato pensó en un astro refulgente como un diamante que fuera el hito para decir ‘non plus ultra’, ó ‘aquí se termina el espacio: más allá no hay nada’, trató de imaginarse la nada que estuviera más allá pero siempre se le ocurría algo ocupando un sitio y esta idea insana no se detenía. Volvió a concentrarse (un maestro zen le había enseñado a Madame que todo era cuestión de persuadir a la mente, por medio de la voluntad, hasta dar con la clave de lo que no es) pero de nuevo su nada era siempre algo y todo lo que consiguió fue imaginarse un color negro sin contenidos.

Formuló mentalmente esta conclusión: ‘La nada es negra’. Aunque al instante tuvo que desecharla, considerando que el negro ya es algo.

Se desconcentró cuando una voz desconocida llamó su atención. Todos quedaron en silencio y entonces la conversación que mantenían dos gigantescos Baobabs, se pudo escuchar nítidamente:

-¡Ya te decía que son cangrejos! sostenía el que estaba a la izquierda .

El enigma era saber por dónde hablaba, ya que entre el tronco y la fronda no se divisaban ojos, boca ni indicios de nariz. Sin embargo, cada vez que aparecía la voz, el inmenso árbol se sacudía de cabo a rabo.

-¡Que no! ¡Te digo que son hipocampos! Aunque hay que reconocer que lo disimulan muy bien; hasta se diría que parecen cow-boys.

-¿Y si fueran cow-boys disfrazados de hipocampos?

No, que son hipocampos. Yo los he visto en un documental de la T.V. y son..viscosos, así como éstos que se aproximan -aseveró el el Baobab de la derecha que tampoco lucía boca, ojos ni lengua y sin embargo articulaba las palabras con perfección.

-¡Jamás podrían ser hipocampos! ¡Estamos fuera del océano! -reclamó el de la izquierda.

-¡Serán unos hipocampos extra-marinos!

-¡Son cangrejos ermitaños!

-¡Basta de discusión! -terminó diciendo el de la derecha- ¿Por qué no le preguntamos a ellos qué son?

-Eso, -el de la izquierda usó un tono sospechoso para decirlo- suponiendo que ellos mismos sepan qué son.

-Todos sabemos qué somos -aseguró su vecino.

-Conmigo no pasa lo mismo -advirtió el otro Baobab-. Yo sólo sé qué no soy. No soy un batracio. Tampoco soy una forma de mineral. Ni un fenómeno atmosférico. Me costó mucho constatar cada una de estas cosas. Para saber que no era un pulpo hice este cálculo: los pulpos no asisten a fiestas donde se disfruta el jazz. A mí me gustan las fiestas aunque nunca fuí a una. Adoro el jazz. Luego, no soy un pulpo. En otros tiempos estaba casi convencido de ser un verdadero pulpo gigante. Un pulpón. Pero tenía dos argumentos en contra: las fiestas y el jazz; no obstante igual, yo mismo me decía: hoy te alimentarás exclusivamente de almejas. Llegué a odiar las almejas y los mejillones. Y en mis ramas cantaban los pájaros. Eso tampoco encajaba con la idea de la pulpidad. Es sabido que los pájaros submarinos no cantan. Son mudos.

Yo soy un Baobab y ellos son todos unos hipocampos supra-marinos.

-¿Qué tipo de crustáceos sois? -indagó amablemente el Baobab de la izquierda dirigiéndose a ellos.

-Nosotros...-empezó contestando la Reina- no somos...

-¡No son baobabs! -se apresuró a decir el de la derecha- eso se nota a simple vista. Ella dijo ‘no somos...’; estoy a punto de pensar que tu observación es razonable. Parece que casi todos saben qué no son y muy pocos saben qué son.

-¡Conócete a tí mismo! ordenaba el tal Sócrates porque sabía que eso nunca se sabe. Y aún esos pocos que están convencidos, sólo creen saber qué son -declaró el de la izquierda poniendo suspicacia en las certidumbres de su vecino-. Confieso que me gustaría fumar.¿Alguien tiene cigarrillos negros?





Cuando todo estaba quedando umbroso, la Luna manoteó un almácigo de nubes grises y devolvió el blanco resplandor al espacio. Los arbolones quedaron mudos un instante y cuando Su Alteza Real se disponía a explicar que no era ningún crustáceo, el de la izquierda volvió a mecerse para alertar:

-¡ Son heterogéneos ! -observó- ¡No se parecen entre sí! Pero la mayoría son cangrejos.

-¿Qué te hace pensar eso?

-La forma de mirar. Son típicas miradas de cangrejos.

-Sin embargo, no tosen.

-¿Qué tipo de religión profesarán?

-¡No son una secta! Estoy a punto de convencerme de algo -dijo el Baobab de la derecha-: su reunión obedece a motivos políticos.

-¿Qué te falta para estar totalmente convencido? -quiso saber su lindero de la izquierda.

-Antes debería consultar con el Antipapa. Él detecta un político a varias millas de distancia. Sospecho que usa el olfato. ¿Qué tal si le hiciéramos algunas preguntas?

-¿Por qué andáis todos juntos siendo cangrejos tan variados -preguntó el de la izquierda.

La Reina estaba enojada y ceñuda, Único seguía absorto en lo que él mismo dio en llamar la nadidad , de manera que el Teniente Coronel (RE) creyó su deber contestar:

-Somos un grupo de acción para la defensa de una causa justa -tuvo que engordar un poco la voz para darle el contenido ampuloso que pretendía.

-¿Causa? -quiso saber el Baobab de la izquierda. ¿Acaso sois peripatéticos ? ¿Habláis todavía de causa formal y causa material como en los tiempos del Estagirita?

-No -atajó el de la derecha-. Insisto en que son hipocampos aunque estén de paseo.

-¿Cuál es esa causa eficiente de la que habláis?

-¿Estáis obligados a compartir o vuestra unión es libre ?

-¡Son voluntarios! -gritó el de la izquierda-. Todos los cangrejos se reclutan espontáneamente por cualquier razón. Es una costumbre antipática que tienen. Eso, y estar formados de partes hace que los cangrejos sean seres tan peculiares.

-Todos estamos formados de partes -intervino con voz calma Único Gato.

-A ver -dudaba el Baobab de la derecha-, enséñenos cuáles son sus partes.

-Todos los compuestos provienen de partes más simples -aseguró serenamente el Gato- de otro modo tendrían que provenir de la nada y eso es absurdo, porque ‘de la nada, sólo nada’. No se puede esperar otra cosa de la nada.

-Hablando de esperar.... -pareció recordar de pronto el Baobab de la izquierda, y dirigiéndose al de la derecha le dijo-: ¿Me darías un poco de tiempo?

-¿Disponéis de un poco de tiempo? -les preguntó el de la derecha, con voz dulce.

-Sólo unos minutos -bramó Su Alteza Real que estaba visiblemente enojada y se manteníe enhiesta, con los brazos cruzados.

-Oh, muchas gracias. Serán suficientes -la voz del Baobab se enternecía para agradecer.

Quedaron callados unos instantes hasta que uno de ellos nuevamente habló:

-¿En qué podríamos invertir esos pocos minutos ?

-¡Podríamos contarlos!

-Pero también podríamos devolvérselos, como una atención.

-Podríamos preguntarles por qué están asociados ya que son tan heterogéneos y para colmo, dicen que están formados de partes.

-¿No serán el rompecabezas que nos prometió el Antipapa? ¿Cómo no se me ocurrió antes? ¡Sois un puzzle!

-¡Nada de eso! -dijo un poco alterado el Teniente Coronel ante la mirada afligida de Madame quien ya sentía la amenaza de la descomposición-. Somos valientes y estamos unidos por una causa.

-¡Eso ya lo dijo! .¿Cuál es esa causa eficiente?

-La causa eficiente de la sociedad es la autoridad -el Teniente insufló poder a su sentencia.

-¿Estáis aquí por orden de la autoridad? -se estremeció al preguntar el Baobab como si se resistiese a creer tal sospecha.

-Nosotros no obedecemos a nadie -se apuró a explicar el otro árbol poniendo algo de clemencia en su tono de voz-. No podríamos. Suponiendo que alguien nos dijera ‘avancen por el frente’. ¡No sería posible cumplir! Estamos impedidos de obedecer, por eso tampoco damos órdenes. Es la desventaja que tienen los semovientes que necesitan constantemente alguien que organice su marcha.

-¿Y quién les ha dado la orden de reunirse siendo tan diversos? -preguntó con indulgencia el de la izquierda.

-¡Se acerca el Antipapa! ¡Se acerca Su Antisantidad! -dijo agitándose el Baobab de la derecha.

En efecto, los arneses de un carruaje hecho como de plata venían tintineando al rítmico paso de dos toros fornidos que al resoplar rociaban una neblina azulada. Sobre el pescante dormía un cochero con una pica izada como un mástil entre las manos cruzadas. Su vestimenta de color punzó resaltaba bajo la luz de las cuatro farolas de gas que coronaban las esquinas de la calesa.

-¿Antipapa? -dijo algo consternada Madame, que era muy observadora de los preceptos religiosos y eso de antipapa le sonaba a cosa deleznable.

El Teniente Coronel (R.E.) también se intrigó y decidió intervenir para averiguar si:

-¿No estarán hablando del Cisma de Avigñón?

Los dos Baobabs empezaron a sacudirse de risa y los pájaros que alojaban salieron disparados hacia los cuatro vientos. Todavía se escuchaban sus quejas cuando el Antipapa descendió de su carroza labrada en plata y bronce, para saludarlos:

-Dios esté con vosotros.

Madame, no sabiendo si arrodillarse o besar el anillo o repudiar al sujeto que se presentaba, optó por ser política y dejó escapar un suave:

-Gracias.

-¿Qué es eso de ser Antipapa ? -indagó con voz firme , un poco recriminatoria, la Comadreja Rosilla. Algún “chuic, chuic” que se dejaba colar entre sus palabras sugería que al mismo tiempo estaba masticando algo.

-¿Hubo un nuevo cisma acaso? -alarmado, el Teniente Coronel miraba fijamente al Antipapa que lucía como un hombrecillo ya consumido por la edad, gacho, lerdo en sus movimientos y hablar suave. Vestía hábitos blancos, faja satinada y una corta capa pluvial de apariencia sedosa. Apenas podía sostener sobre su cabeza canosa la triple tiara pontificia.. Al caminar, arrastraba los pies como si cargara un peso tan grande como una cruz.

-¡Oh, no! Eso....fue hace tiempo..ya.no hay divisiones en la Iglesia. Yo soy el Antipapa verdadero.

-¿La antítesis de la verdad? -intervino Único parpadeando con sensual impavidez.

-¡Ellos están formados de partes y no saben cómo se hacen las cosas en el cielo! -fue lo que opinó alegremente uno de los Baobabs cuando los pájaros inquilinos empezaron a volver recriminando los ruidos molestos en lo profundo del anochecer.

-Verán, -el Antipapa empezaba a explicar su situación anti- han de saber que para cada cosa el Señor copia de su propia perfección tres atributos... tres cualidades ... por ejemplo...

-¿Qué copia para hacer un Papa? -el Gallo de Houdan quiso dar un sentido práctico , casi matemático, al teorema antipapal.

-Fe, Fidelidad y Perserverancia: un Papa jamás puede renunciar. Estas tres virtudes o cualidades son formas divinas que encarnan en la materia mundana. Para que se distribuya en forma uniforme, las fuerzas necesitan equilibrio. Por eso, el Señor hace una copia en materia y otra en vacío....que algunos llaman antimateria. La copia corporal baja a la Tierra, mientras la copia virtual queda como testimonio allá. Si hace un árbol ya sabemos que allá -dijo alzando el índice hacia el cielo estrellado- está su gemelo, el antiárbol.

-A ver si entiendo -apareció el Pombero muy rubio porque se había quitado el sombrerote en señal de respeto- ¿Usted vendría a ser el par del Papa?

-Exacto.

-¿No debería estar allá? -recriminó la Reina, toda altiva mirando el firmamento.

-A veces la duplicación se deja ver aunque no esté presente, como en mi caso. Y no se preocupe -dijo dulcemente el Antipapa dirigiéndose a la Reina-: Yo estoy allá, sólo que usted me ve acá.

-Mis ojos están acá -aseguró Su Majestad- muy enojada porque no admitía que alguien anduviera dividiéndola, por antipapa que fuere.

-¿Cómo puede ser?, -se preocupaba Madame tirando del ruedo real para reclamar atención- ¿acaso El es una ilusión ? ¿Dónde está mi anti~yo entonces?

-Hay que ver -la voz melodiosa y atenuada del Antipapa exigía mucha atención- dónde incide la forma. Los números sólo son formas y aunque usted no los vea, sabe qué son y cuánto vale cada uno. No necesita ver un 2 para saber que es un par. Los ojos pueden crear un mundo de cosas que no tienen materia. Un mundo de recuerdos. Una especie de arquitectura hecha con la memoria de visiones anteriores. La mente también fabrica mundos hechos de ideas.. Después que los crea, cree haberlos visto. Lo difícil es saber qué es lo real entre tanta confusión de imágenes.

-¿Qué pasaría si se encontraran el Papa y usted? -instigó con tono inquisitivo el huidizo Vivaldi.

-¡Una catástofe! Toda vez que chocan la materia y el vacío, se anulan mutuamente. Los dos desapareceríamos como si fuésemos pompas de jabón , disueltos en la nada.

Madame sufrió una crisis de congoja súbita. Una fuerza atenazadora le retorcía la tráquea. Nunca había podido aceptar la idea de la muerte y esta implosión de cuerpos que se disipan se le antojaba como una amenaza peor y más vil que la muerte gradual.

-Pero ¡sobreviría su espíritu! -se le ocurrió exclamar como salvación.

-¿Espíritu? -se inquietó el anciano girando la cabeza hacia donde estaba Madame para mirarla fijamente a los ojos-. No hay nada de eso. Es una larga historia que inventó nuestra sed de inmortalidad. Sólo somos forma encarnada en la materia. Cuando la materia se descompone, se pierde la forma y allí terminó todo definitivamente. Créame que eso es mucho mejor que la eternidad donde nada sucede y el tiempo se transforma en la trampa donde Dios mismo está encerrado.

-Entonces... finalmente, -advirtió muy lúcido Único- ¿Usted cree en Dios?

El Antipapa sonrió de un modo triste. Hizo una pausa abrochando los botoncillos de su capa y de un modo distraído respondió:

-Le dejo a Él, que es perfecto, la tarea de creer en mí ya que yo, que soy muy deficiente, tengo problemas para creer en Él. Créame que me cuesta mucho trabajo y con todo, no alcanzo. La duda es un poco más grande que el espíritu.

-¿Tendrías un poco de espíritu para prestarme? -se burlaba uno de los Baobabs dirigiéndose al otro.

-Tenía un poco en el bolsillo, pero se lo regalé a ella y ahora estoy desalmado mientras ella reboza de espiritualidad -contestó el Baobab en clara alusión a Madame y retorciéndose de risa. El Antipapa subió serenamente en su carroza ayudado por Unico y el Gallo de Houdan. Hizo una señal para despedirse y todos pudieron percibir cierta tristeza en sus ojos que parecían cansados y lánguidos.

Los Baobabs se habían quedado quietos y en silencio mientras el carruaje partía hasta que la distancia y la penumbra lo fueron convirtiendo en la sombra de un sueño. La compañía decidió continuar la caminata, un poco consternados.

ALEJANDRO MACIEL, de "El reino del espíritu"(Continuará...)




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Alejandro Maciel, Corrientes, Argentina.

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