RECUERDOS DEL FONDO (FMI)
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El queridísimo Fondo Monetario
Internacional con su récipe milagroso ya consiguió hundir a Portugal, Grecia,
España e Italia siguiendo los sagrados mandamientos de recortes sociales
(especialmente en educación y salud que parecen ser los enemigos del FMI) para
disminuir el gasto público. Estas medidas dinamitan la confianza de los
ciudadanos en sus gobiernos y van generando oleadas de protestas,
desestabilización y pesimismo.
¿Por qué costará tanto volver a revisar
los fundamentos de las grandes entidades financieras? ¿Por qué las famosas
“calificadoras de riesgo” británicas siguen profetizando desgracias que después
provocan y nadie les puede oponer un límite racional? Imagínese que usted,
después de la avasallante experiencia del corralito, tuviese depositado dinero
en el Banco Verde; sentado en su casa mirando TV mientras toma unos mates, se
entera que el Banco Verde está en serios apuros financieros. ¿Qué haría usted?
Pues lo más rápido posible irá al banco a retirar todos sus depósitos para
salvarlos del naufragio, y así lo harán todos y todas las personas que han
depositado su confianza y dinero el en Banco Verde. ¿Qué le pasará al Banco
Verde? Se quedará vacío y cumplirá la profecía del periodista que anunció la
bancarrota. Así de simple funcionan las cosas en el mundo financiero, siempre
al borde de la histeria a la hora de anuncios y amenazas.
No en vano, la directora gerente del FMI,
la francesa Christine Lagarde viene trabajando con un batallón de técnicos en
la unificación de la banca europea, esto es, en un sistema único de control y
monitoreo de entidades financieras de la zona euro, de un extremo a otro del
mapa zonal. Comparó a la Unión Europea con un precioso barco que fue construido
para navegar en mares calmos; pero la tormenta sobrevino en 2008 cuando la
burbuja inmobiliaria de la “Era Busch” estalló arrastrando tras de sí como un
huracán a las economías europeas cuyas reservas estaban pegadas con saliva.
Solo Alemania y Francia esquivaron el maremoto y hoy capitanean, como pueden,
el “barco en la tormenta”. Pero como verán, madame Lagarde se preocupa por
resolver la crisis en Europa, pero cuando se plantea desde Argentina (que ya no
le debe un centavo al FMI) hacen oídos sordos como si el planteo de fondo no
fuese el mismo: buscar mecanismos para frenar el desboque histérico del sistema
financiero manipulado por un conjunto de especuladores que no vacilarían en vender
a sus propias madres con tal de ganar tres puntos de ventaja en bonos a cobrar.