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EL FIN DE OTRO FARAÓN
Hace 30 años asumió la presidencia de Egipto un político y militar de la Fuerza Aérea, llamado Hosni Mubarak, luego del asesinato del presidente Anwar el-Sadat a quien acribilló su propia milicia integrista islámica cobrándole en sangre la firma del acuerdo de Camp Davis con el ministro Beguin de Israel.
Egipto fue el primer país árabe que firmó un acuerdo de paz con el naciente Estado de Israel y el primero que recibió el repudio y sanción de la Liga Árabe. Como vicepresidente del Partido Nacional Democrático, tras el magnicidio, asumió Mubarak, hoy octogenario, en octubre de 1981. Como todo dictador, amparándose en supuestos mecanismos democráticos (reiteradas farsas electorales sin otro candidato, prisión sistemática a los opositores, control de la prensa, etc. etc…) vio la posibilidad de atornillarse al poder y lo consiguió durante estos 30 años.
El pueblo lo llama “el faraón” por la insana tendencia a la ostentación y lujo que exhibe en un país que se rebela frente a la consigna que les presentaba la realidad a sus ciudadanos: ser mendigo o ladrón.
Justamente al alerta de “Ni mendigos ni ladrones” se organizó la sociedad joven de Egipto a través de los canales que les son más familiares: los sms de texto y las redes sociales. Favorecieron a la sociedad egipcia los vientos de cola de la ‘revolución de los Jazmines’ que destituyó, hace dos semanas, en Túnez, a Ben Alí, otro dictadorzuelo de opereta barata “sostenido” por el mundo civilizado y especialmente por los ubicuos EEUU, que con tal de mantener aliados a sus intereses son y han sido capaces de firmar acuerdos con asesinos, represores, bandidos de toda laya y hasta el mismo Satanás, llegado el caso.
Los escándalos de corruptela política de la familia Mubarak dejarían a Menem y su troupe en apuros y con escrúpulos.
La población (de unos 80 millones de habitantes) vive prácticamente en la marginalidad (menos de 2 dólares diarios) y aunque tuvo tibios intentos en el pasado de redistribuir las tierras aptas luego de la construcción de la represa de Asuán, la mayoría de los egipcios vive del trabajo informal, de minicultivos de subsistencia y la miseria ronda por donde se mire, según todos los informes de reporteros y observadores internacionales.
¿Qué se percibe hoy? Tanques, carros de asalto de la policía, la población joven con pañuelos en la cara arrojando piedras, incendios, sirenas, gases lacrimógenos, humo y alertas. El gobierno decretó el toque de queda pero nadie parece haberse enterado: se ve cada vez más y más gente en las calles, rodeando los tanques, gritando consignas, agitando banderas en El Cairo, Alejandría, Luxor. Suez, Darmietta y otras ciudades. Para bloquear la organización popular, el gobierno ordenó cortar completamente el servicio de Internet y la comunicación por teléfonos celulares.
El presidente Barak Obama se refirió a la situación diciendo poco en la primera aparición, y ayer decidió ponerse más firme exigiendo al Gobierno de Egipto el respeto a los reclamos del pueblo, aunque esta palabra, en boca de la Casa Blanca, suele resultar polisémica. Madame Clinton y el Vicepresidente de EEUU (al fin le dieron alguna función a este prójimo) se mantienen en ‘sesión permanente’ (nadie dice qué debaten o cómo piensan resolver la situación geopolítica Madame y el Vice…) pero da la vaga impresión de que están preocupados y el Mundo los acompaña.
¿Cuál es el temor de los EEUU? Tras los atentados del 11/9/01 el único problema que desvela a Washington es el poder musulmán y temen, con razón, que este desplazamiento del aliado estratégico Mubarak desemboque en un nuevo gobierno bajo el signo de la media luna. Mubarak, a pesar de su actual desprestigio, mantuvo cierto equilibrio durante la Guerra Fría: supo guiñar a las URSS sin soltar la mano de la Casa Blanca, sabiéndose árbitro en la cuestión del explosivo Medio Oriente. Tanto estar pendiente del exterior, se olvidó de gobernar Egipto y hoy sin líderes a la vista (ya que su represión sistemática de 30 años cortó las cabezas de todos los opositores) el país, aunque no sepa hacia adónde va, parece tener bien claro que no quiere regresar por el camino del Faraón.
Hosni Mubarak se desmorona, ni los omnipotentes EEUU podrán sostener ahora esta caída libre. Aunque consiga apoyo de las potencias, que no lo tiene, Mubarak ha perdido por completo la confianza popular. Y ya no se puede sostener.
Aunque los colegas escritores/as correntinos sigan sin expresarse, el fin del régimen de gobierno egipcio treintenal ha llegado.
Alejandro Bovino
http://abc-literarios.blog.com.es/
30.1.2011
Etiquetas:
Departamento de Estado,
Egipto dictadura,
Mubarak
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