DE POCO, UN TODO
EN EL PARQUE INDOAMERICANO
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Mea culpa: días antes me mostraba escéptico acerca de la publicación de los contenidos más “comprometidos” del omnisciente Departamento de Estado que rige y corrige Madame Clinton y las embajadas norteamericanas a lo largo y ancho del mundo. Si bien no ha sido por iniciativa de los Cinco Jinetes de la Comunicación escogidos por Mr. Assange, (hoy detenido por tener sexo sin preservativos, algo que ni la política vaticana hubiese imaginado…) sino por los espejos hackers a los que clonó la información, empezaron a aparecer piezas incómodas, envíos temerarios en la delicada relación entre el Comisario del Planeta e Israel. Y saldrán más. El cable que revela las intenciones del gobierno libanés de “dejarse invadir” a cambio de algunos beneficios, no favorece al clima de paz que necesita esa vapuleada región de “la tierra donde mana leche y miel” que prometió Yahveh a Moisés, sin aclararle que ya estaba ocupada por otros semitas a los que debían desalojar a fuerza de machetes.
Hablando de machetes y tierras ocupadas, la situación en el Parque Indoamericano de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, dista de ser muy diferente. Hay cuatro muertos, disturbios a la hora que pidan, guerra entre vecinos de Lugano, Flores, Parque Avellaneda y Soldati que se oponen a los asentamientos y los propios migrantes que defienden cada parcela con lo que tienen a mano. Pero "algo huele mal en Dinamarca", como decía el finado Hamlet.
Hay intereses politiqueros que usan las necesidades de la gente para organizar disturbios que siempre terminan con muertos.
La Ciudad hoy es un territorio de disputa entre el Gobierno Nacional y el Gobierno de Macri, eso nadie lo ignora; pero además, otros caudillejos que tienen “aparatos de poder” armados en el Gran Buenos Aires siempre rondan esta tierra de nadie que es el límite entre la Ciudad Autónoma y la Provincia de Buenos Aires. Merodean como los caranchos en las siestas buscando el olor de la carroña y la encuentran en los reclamos sociales. La masa de migrantes que vienen de países limítrofes (“vine con mis 8 hijos”, clamaba una mujer andina ante las cámaras…) se encuentra en situación desesperada.
No podemos cerrar las puertas a la gente que sólo viene buscando mejores condiciones de vida para sus hijos: educación, trabajo, salud. Nadie puede ser tan indigno para impedir que quienes nos golpean las puertas acorralados por la miseria, entren a un país que siempre fue tierra de inmigrantes. Pero también es verdad que sin políticas públicas orientadas a recibir a las familias que llegan, darles un albergue temporario, hacer un relevamiento de condiciones de trabajo, orientarlos a empresas que requieran esas capacidades, es decir, dar la primera mano que necesitan para insertarse, sin todos esos primeros auxilios del Estado, estos migrantes volverán a caer en las redes de esclavistas, proxenetas del trabajo ajeno y politiqueros de cuarta que los usan como fuerza de choque.
Perdón, no suelo ser prescriptivo porque entiendo que desde Corrientes no solucionaremos el problema de la CABA, pero quiero decir que esta coyuntura que aparece ante los medios como una guerra hobessiana de todos contra todos, tiene soluciones, y seguramente el Gobierno Nacional ya estará preparándose para implementarlas. Curiosamente, muy cerca del sitio de los disturbios, está el Paseo de los Derechos Humanos.
Ah, me faltó agregar: que Arturo Zamudio también suele escribir frecuentemente en Momarandu. Pero, ¿y los otros escritores y colegas correntinos/as? ¿Qué les pasa? ¿Por qué no se expresan? Desde Zolá en el caso Dreyfuss, los escritores y el periodismo formamos un cuerpo común hecho de tinta, bytes y honestidad a la hora de comunicar los hechos. No siempre cumplimos, pero lo intentamos. Por eso me intriga el “silencio de los inocentes”, es decir la opinión de los colegas escritores/as ante la realidad, ¿o Corrientes no tiene problemas?
Alejandro Bovino, diciembre 2010