Hace unos días, viendo TV (ya hablaremos del tema de la tevé, prometido, en estas misma columna…) me encontré con un panel del que participaban el "Tata" Yofre, el singular escritor y diplomático Abel Posse (recientemente extinto como ministro de educación de la CABA, Deo gratiae...) y un tercer panelista cuyo nombre no registré, pero olvidemos a este tercer hombre y concentrémonos en Juan Bautista "Tata" Yofre, ex polifuncionario de diversos gobiernos, ex director de la SIDE en tiempos de Menem, autor de varios libros, entre ellos, "Volver a matar" tratando de enseñarnos algo de historia.
Nadie negará el valor de conocer la historia, que es madre del futuro. Pero cuando vi en TV al doctor Grondona y al "Tata" Yofre explicándome meticulosamente cómo, dónde y cuándo sucedió la historia, me dieron ganas de tener a mano un Quién es quién argentino y leer, por ejemplo, al lado del nombre del doctor Grondona, su frondoso currículum democrático y junto al nombre del señor Yofre, todas las causas pendientes que tiene con el pasado quien ahora quiere prevenirnos el futuro. En Corrientes, supongo, también habría que habilitar un Quién es quién. Y antes de votar, sería un buen ejercicio de patriotismo, repasar el listado de personalidades y personajes tratando de elegir a conciencia, es decir, sabiendo de antemano qué elegimos y para qué los elegimos.
Hoy por hoy, en la nube de información que llueve continuamente, es fácil confundirnos. Los medios masivos ofrecen tantos datos que la información se convierte en un nuevo desafío. Ya nadie sabe con claridad quién es de izquierda, de centro, de derecha, qué es cada una de estas posiciones, qué ideas se agitan en las banderas que levantan. En matemáticas me enseñaron que cuando ya no se pude multiplicar, hay que simplificar. Más allá de las tendencias y partidos hay esencialmente dos caminos políticos: primero, el de la vieja receta del trasimaquismo que opina que deben gobernar los más fuertes, sean éstos militares o empresas comerciales; segundo, el de los que proponen participar el poder y las responsabilidades sociales generando una convivencia que, aunque no sea perfectamente justa y equitativa, se vaya aproximando a este ideal. Si la frontera entre estos dos frentes estuviese claramente demarcada, no habría problemas, pero sucede que siempre, los que opinan que deben gobernar los más fuertes, se disfrazan de docentes de historia, nos enseñan civilidad en TV y atropellan nuestros derechos con una sonrisa benévola. Por eso se necesita el Quién es quién para echar luz en nuestra memoria antes de entrar en el cuarto oscuro que trazará nuestro futuro como país.
Alejandro Maciel,
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Alejandro Bovino