lunes, 19 de agosto de 2024

 

CORRIENTES Y EL SERVICIO PENITENCIARIO

 

Noticias oficiosas me comentan que nuestra querida provincia de Corrientes cuenta con unidades penitenciarias flamantes (cárceles) que están en el paraje San Cayetano. Las instalaciones del antiguo reclusorio de “encausados” (es decir, aquellos detenidos que aún no tienen sentencia judicial) ese viejo fuerte con aspecto de castillo medieval que está frente a la bajada del Puente, ha sido clausurado y todos sus ocupantes trasladados a las nuevas unidades penitenciarias. Dicen que se destinará a una especie de shopping con centro cultural anexo, patio de comidas y otras iniciativas que seguramente harán de ese sitio, que tiene una ubicación privilegiada, un nuevo centro de encuentros para la correntinada y los turistas.

El sistema judicial en occidente deviene del Derecho Romano, que a su vez fue adoptado por la Iglesia católica y eso fue impregnando todo el vocabulario jurídico de términos religiosos: penal viene de “penas” o castigos morales tras la sentencia que sigue a todo delito o pecado. En el medioevo todo pecado era al mismo tiempo un delito ya que las jurisdicciones canónicas y políticas estaban bastante confundidas por esos tiempos. Lo cierto es que ahora, en pleno siglo XXI, es mejor hablar de responsabilidad que de culpas. La responsabilidad nos conmina a ser ciudadanos respetuosos de las leyes. La religión de cada cual es asunto absolutamente íntimo y personal. Ya nadie anda persiguiendo con cruces y rosarios a la gente por la calle, y si lo hace, es tenido en cuenta para ejemplo de enfermedad mental. Y observemos que es tal la confusión que el penal de mujeres funciona en el Instituto Pelletier, de innegable carácter religioso confesional.

Las nuevas unidades penitenciarias (penitencia: otra sentencia religiosa que consistía en la multa moral que se imponía al pecador al delatar se fechoría frente a un cura) en realidad no están en la localidad de San Cayetano sino a mitad de camino entre San Cayetano y Laguna Brava en un paraje que Google map le atribuye el curioso toponímico de “José Viudez”. Allí se instaló la Unidad Penitenciaria N 1 para reos con condena firme (ya han sido juzgados) y cuenta con escuela primaria, secundaria y hasta biblioteca con actividades para aquellos reclusos (todos varones) que deseen incorporarse al sistema de enseñanza formal. En otro sector, de una zona más cercana a San Cayetano, tenemos el Centro de Contención de Menores para varones que no hayan cumplido aún los 18 años. Tiene un alto índice de reincidencia (es decir, cumple la condena, sale en libertad y vuelve a ingresar por otro delito). En esa zona también está la Unidad N 4 “Granja Yatai” para reos en situación de reinserción social, para aquellos reos (varones) que hayan cumplido con el 80 % de su condena en la Unidad 1, la granja es de régimen semiabierto, y también aloja a profesionales (médicos, abogados, policías) cumpliendo condena. Más adelante, en el mismo camino, está la Unidad N 6 para Encausados, es decir, aquellos delincuentes sin condena firme ni juicio aún, plazos que suelen alargarse al mismo ritmo que la pereza de jueces y fiscales lo permitan. Por último, en San Luis del Palmar está la vieja Unidad N 7 que es antesala del Infierno. Allí purgan sus males aquellos reos con condena firme y largos plazos, hacinados en pequeñas celdas, durmiendo en el piso ya que solo hay dos literas y si hay 4 presos dos duermen necesariamente en el piso. Por alguna razón que desconocemos, esa unidad es la más vieja y la más expuesta a toda forma de maldades. Ni siquiera cuenta con escuelas o lugares de esparcimientos, es meramente uno de los círculos del penatorio del Dante donde gira incesablemente toda aquella gente que ya no tiene lo último que nos queda a los seres humanos que perdimos todo: alguna esperanza.

Cuando vivía en Asunción del Paraguay me tocó hacer unas entrevistas en el penal de Tacumbú a cuatro femicidas para el estudio sobre “Femicidio en Paraguay” que después publicamos con Gloria Rubin en Servilibro. Tacumbú es, gráficamente, el Séptimo Círculo del Dante. Un sitio donde la degradación humana no admite mayor grado de humillación. Un sitio sin redención posible. Un sitio donde no llega la mirada de ningún dios.

Me dio esperanzas saber que el Sistema Penitenciario de Corrientes ha puesto una mirada humanista que tiene fe en la recuperación de la mayor parte de los detenidos en sus unidades. Y que día a día se hace el esfuerzo de sostener esa causa. Si viviese en Corrientes, yo sería un colaborador gustoso de esa gente.

 

ALEJANDRO BOVINO MACIEL

Agosto 2024

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