CORRIENTES Y EL SERVICIO PENITENCIARIO
Noticias oficiosas me comentan que nuestra querida provincia de
Corrientes cuenta con unidades penitenciarias flamantes (cárceles) que están en
el paraje San Cayetano. Las instalaciones del antiguo reclusorio de “encausados”
(es decir, aquellos detenidos que aún no tienen sentencia judicial) ese viejo
fuerte con aspecto de castillo medieval que está frente a la bajada del Puente,
ha sido clausurado y todos sus ocupantes trasladados a las nuevas unidades
penitenciarias. Dicen que se destinará a una especie de shopping con centro cultural anexo, patio de comidas y otras
iniciativas que seguramente harán de ese sitio, que tiene una ubicación
privilegiada, un nuevo centro de encuentros para la correntinada y los
turistas.
El sistema judicial en occidente deviene del Derecho Romano, que a su vez
fue adoptado por la Iglesia católica y eso fue impregnando todo el vocabulario
jurídico de términos religiosos: penal viene de “penas” o castigos morales tras
la sentencia que sigue a todo delito o pecado. En el medioevo todo pecado era
al mismo tiempo un delito ya que las jurisdicciones canónicas y políticas
estaban bastante confundidas por esos tiempos. Lo cierto es que ahora, en pleno
siglo XXI, es mejor hablar de responsabilidad que de culpas. La responsabilidad
nos conmina a ser ciudadanos respetuosos de las leyes. La religión de cada cual
es asunto absolutamente íntimo y personal. Ya nadie anda persiguiendo con
cruces y rosarios a la gente por la calle, y si lo hace, es tenido en cuenta
para ejemplo de enfermedad mental. Y observemos que es tal la confusión que el
penal de mujeres funciona en el Instituto Pelletier, de innegable carácter
religioso confesional.
Las nuevas unidades penitenciarias (penitencia: otra sentencia religiosa
que consistía en la multa moral que se imponía al pecador al delatar se
fechoría frente a un cura) en realidad no están en la localidad de San Cayetano
sino a mitad de camino entre San Cayetano y Laguna Brava en un paraje que Google
map le atribuye el curioso toponímico de “José Viudez”. Allí se instaló la
Unidad Penitenciaria N 1 para reos con condena firme (ya han sido juzgados) y
cuenta con escuela primaria, secundaria y hasta biblioteca con actividades para
aquellos reclusos (todos varones) que deseen incorporarse al sistema de
enseñanza formal. En otro sector, de una zona más cercana a San Cayetano, tenemos
el Centro de Contención de Menores para varones que no hayan cumplido aún los
18 años. Tiene un alto índice de reincidencia (es decir, cumple la condena,
sale en libertad y vuelve a ingresar por otro delito). En esa zona también está
la Unidad N 4 “Granja Yatai” para reos en situación de reinserción social, para
aquellos reos (varones) que hayan cumplido con el 80 % de su condena en la
Unidad 1, la granja es de régimen semiabierto, y también aloja a profesionales
(médicos, abogados, policías) cumpliendo condena. Más adelante, en el mismo
camino, está la Unidad N 6 para Encausados, es decir, aquellos delincuentes sin
condena firme ni juicio aún, plazos que suelen alargarse al mismo ritmo que la
pereza de jueces y fiscales lo permitan. Por último, en San Luis del Palmar
está la vieja Unidad N 7 que es antesala del Infierno. Allí purgan sus males
aquellos reos con condena firme y largos plazos, hacinados en pequeñas celdas,
durmiendo en el piso ya que solo hay dos literas y si hay 4 presos dos duermen
necesariamente en el piso. Por alguna razón que desconocemos, esa unidad es la
más vieja y la más expuesta a toda forma de maldades. Ni siquiera cuenta con
escuelas o lugares de esparcimientos, es meramente uno de los círculos del penatorio
del Dante donde gira incesablemente toda aquella gente que ya no tiene lo
último que nos queda a los seres humanos que perdimos todo: alguna esperanza.
Cuando vivía en Asunción del Paraguay me tocó hacer unas entrevistas en
el penal de Tacumbú a cuatro femicidas para el estudio sobre “Femicidio en
Paraguay” que después publicamos con Gloria Rubin en Servilibro. Tacumbú es,
gráficamente, el Séptimo Círculo del Dante. Un sitio donde la degradación
humana no admite mayor grado de humillación. Un sitio sin redención posible. Un
sitio donde no llega la mirada de ningún dios.
Me dio esperanzas saber que el Sistema Penitenciario de Corrientes ha
puesto una mirada humanista que tiene fe en la recuperación de la mayor parte
de los detenidos en sus unidades. Y que día a día se hace el esfuerzo de
sostener esa causa. Si viviese en Corrientes, yo sería un colaborador gustoso
de esa gente.
ALEJANDRO BOVINO MACIEL
Agosto 2024